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Hay momentos que no necesitan ser contados, solo sentidos. Esta obra nace de uno de ellos.

El caballo aparece en silencio, con la mirada baja, como si escuchara algo que no se dice. No hay tensión ni pose: solo presencia. Una presencia suave, que invita a quedarse mirando un poco más.

Los colores acompañan esa calma. No empujan, no brillan de más. Todo fluye con naturalidad, dejando espacio a la emoción, a lo que cada persona pueda reconocer ahí, sin que nadie lo nombre.

Es una pintura que no busca respuestas, sino resonancias. Un retrato del alma, sin ruido.

Indomable

1.500,00 €Precio
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